Kasandra es el seudónimo que Karin Silva Noriega suele utilizar para firmar toda su creación. Este blog significa para ella la katarsis de su alma, de su filosofía y de las cosas que ella considera "sin importancia". ¡Qué la disfruten!

domingo, 5 de agosto de 2012

La mentira más grande del mundo



Este era un día en que mis amigas y yo nos volvimos a encontrar en el mismo café de siempre, en el área de fumadores. Ah, claro… el invierno no ha impedido que llevásemos minifaldas apretadas nuevamente.

El cigarrillo se encendió y en cuanto el fuego del encendedor se apagó, una llamada desvió mi vista hacia el celular. No lo podría creer, después de tanto tiempo allí estaba… llamándome ¿le contesto? “Mejor no” pensé en voz alta. Las preguntas de Sofía y Carla no se hicieron esperar.

“¿Quién es?”, “¿Por qué no contestas?”, “¡uhh eso me huele a una mala experiencia!”, fueron las primeras frases que soltaron, y como sabía que igual se me iba a salir en alguna borrachera, preferí contárselo sana y así tener la garantía de que lo conté. Porque del otro modo iban a torturarme con indirectas todo el día en la oficina.

“Déjame adivinar, ¿otro feo?” Dijo Carla con el humor negro que la caracteriza y todas reímos a carcajadas en medio del humo de los cigarrillos. Yo le di un sorbo al café para humedecer la garganta.
“Niñas este hombre me engañó y creí en el tontamente” confesé. Inmediatamente sus rostros se desencajaron. “¡qué! ¿Quién? … ¿qué te hizo?” preguntó Carla más sorprendida que preocupada. “¿Estabas enamorada de alguien en especial?” cuestionó Sofía y yo la miré y entendí la intención de su pregunta.

“No es eso. Fue un tipo que conocí por allí, cerca a la oficina. No me pregunten quien es porque me da vergüenza…” y Carla me interrumpió “¿es narco?, ¿ladrón?” yo rompí a carcajadas y le di otra pitadita a mi cigarro.  ¿Por qué te avergüenzas? Preguntó Sofía mientras cruzaba las piernas. Lo que es indicador que espera escuchar algo interesante.

“No es mi tipo, es… de otro…. level… ¿manyan, no?” dije porque no sabía cómo explicar que esta última conquista  no era el típico hombre, con carrera profesional, de buen nivel socioeconómico, sino todo lo contrario. Sofí no lo podía creer.
“¿Y con todo y eso… te engaño? ¡Eres una tonta!, tú que creías que te sabías todas”, me regañó Carla “te dije que en algún momento te encontrarías con la horma de tu zapato” agregó un aire de victoria y expulsó el humo del cigarrillo entre los labios sonrientes.

“¿Qué te dijo para que le creas, que te amaba, que eras la única? Ay por favor! Si ya no estamos para esas cosas!” dijo Sofía.

Yo reí. “No chicas... sólo que me dejé engatusar, no sé lo vi con aires de macho”. Le di una pitadita a mi cigarro, tomé un poco de café y continué”. “su mirada es seductora, su andar seguro, el porte de galán y, como le sonreí, el muy atrevido me invitó un trago al instante”. “Típico de hombres recorridos” renegó Carla y yo le di la razón.

Les expliqué que como creí que era player podríamos divertirnos juntos. “¿No entiendo y si sabías por qué dices que te engaño” preguntaron.

“Niñas, niñas, niñas… fuimos a un hotel después de unos tragos…  y bueno todo marchaba con mucha pasión…. Pero...”, “¡no jodas! ¡La tiene pequeña!” dijo Carla y Sofía estaba a punto de botar el café por la nariz. “No niñas... en eso está muy bien…  créanme” y me reí mientras le di otra pitadita al cigarro. “Digamos que es un chico clásico”.

“¿Cómo?”, “explícate” me dijeron las curiosas. “Pues bien…. Es de esos tipos que les gusta arriba o abajo y ya, no es como me lo pintó…  creí que era más… hummm ¿creativo?”.  Solté el humo del cigarro y esta vez me tocó a mí cruzar las piernas.

“Pues bien niñas, creí que fue una cuestión de primer encuentro, falta de confianza y esas cosas. Pero la segunda vez fue lo mismo y las sucesivas también. Jamás me sentí tan engañada”. Terminé la confesión muy desilusionada.

“Me hace recordar a un tipo que conocí” dijo Carla. “Qué tipo para más aburrido, parece el fotocopista del primer piso de la oficina, puro bla bla bla y no hace nada”. Carla dio un grito “¡pero si de ese mismo hablo yo!” dijo y ambas se miraron sorprendidas al descubrir que otra vez se habían acostado con el mismo tipo.

 “¡Oh por dios chicas! ¿Ya lo conocían? ¿Hasta cuándo nos sucederá eso?”. Carla y Sofía me miraron sin poder creer lo que acababa de pasar, triple coincidencia. Reímos a carcajadas, le dimos la última pitada al cigarro, limpiamos la espuma de café de nuestros labios  y decidimos ir a un bar para celebrar nuestra amistad tan abierta.

1 comentario:

Sucesor dijo...

Interesante historia a lo anédocta. Muy buena prosa Kasandra.