Kasandra es el seudónimo que Karin Silva Noriega suele utilizar para firmar toda su creación. Este blog significa para ella la katarsis de su alma, de su filosofía y de las cosas que ella considera "sin importancia". ¡Qué la disfruten!

martes, 4 de febrero de 2014

El círculo del poder

Cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia.
Érase una vez un señor a quien llamaré “Fulano” –quien se sienta aludido con la presente historia, me disculpe- que trabajó arduamente en la campaña política de un alcalde, o alcaldesa, a quien llamaré “Gobernador” por llamarlo, o llamarla de alguna manera.
Pues bien, resulta que Fulano era un tipo muy trabajador, una persona emergente que siempre buscó ocuparse por los demás porque sabía que de alguna manera u otra obtenía reconocimiento de los vecinos, dirigentes, policías, etc.
Todo esto, ayudaba a Fulano en su negocio de profesor de teatro, ya que haciéndose más conocido por sus buenas obras, todos preferían acudir a él para que sus hijos mataran el tiempo libre de buena manera.
 El principal rival de Fulano siempre fueron los gobernadores de su distrito, quienes nunca querían destinar dinero para las obras caritativas que él proponía. “Qué tal, encima que trabajo gratis, no me quieren dar las facilidades”, pensaba siempre.
Muchas veces el dinero para crear parques, jardines o lozas deportivas públicas salían de los bolsillos de los vecinos que, contagiados del buen humor de Fulano, donaban algunos soles para que sus hijos tuviesen un mejor lugar donde vivir.
Claro, a veces decidían organizarse, recolectar firmas e ir nuevamente hasta la casa del Gobernador para que hiciese caso a su solicitud. Entonces, cuando veían grandes masas, la situación era otra y el Gobernador accedía a otorgarles el presupuesto.
Todos dirán hasta ahora que el Fulano es un hombre bueno.
Coincidió por esas fechas las elecciones para elegir un nuevo Gobernador. Como Fulano y los vecinos no estaban muy contentos con el actual Gobernador, vieron la oportunidad de cambiarlo por uno nuevo. Y así fue.
Un Candidato joven, hijo de hombres nacidos en el lugar, un hombre emergente y que ha probado la pobreza igual que los vecinos surge como la mejor opción para acabar con tanta “tontería” y “corrupción”.
Este nuevo candidato trabajaba de la mano con los vecinos, e incluso de Fulano, quien por fin había encontrado un aliado. “Este sí hará un buen trabajo, lo apoyaremos desde un principio, ganará y en agradecimiento nos retribuirá aprobando los presupuestos para mejorar el lugar donde vivimos, es más notará nuestra utilidad y capacidad y nos dará un cargo importante para trabajar desde el gobierno y hacer más cosas aún”. Todos estaban entusiasmados, los vecinos, Fulano y el candidato que, aceptó la ayuda de los demás porque concibió que poseían buenas propuestas y los necesitaba para llegar al sillón municipal.
La popularidad del nuevo candidato creció, la gente creía en él y su principal garantía era Fulano quien siempre trabajó por los demás, y ahora les presentaba un candidato a quien todos asumían que conocía como la palma de su mano.
Poco tiempo después, y ya acercándose la fecha de las elecciones, los partidos políticos más consolidadas vieron en el nuevo candidato un adversario fuerte, una persona que al llegar no sólo les quitaría el poder sino que los acusaría de corrupción y sacaría al aíre aquellos con facilidad aquellos “negocios turbios” que acostumbraban a realizar durante su gobierno.
Como ya sabemos que el ladrón juzga por su condición, quienes dejarían el poder asumieron que el nuevo candidato en cuanto pudiese, los chantajearía para obtener todo lo que quisiese de ellos.
Temerosos, todos empezaron a acercarse al nuevo candidato, un hombre nuevo en política, a quien empezaron a marear con dinero y el “crecimiento político”.
-La gente te quiere, hoy puedes ser alcalde, mañana congresista, y luego hasta presidente.
-Pero lo lograrás si un partido de trayectoria te garantiza, como independiente es difícil –Le decían los otorongos al nuevo candidato.
Esto y muchas otras cosas más le dijeron, pero el candidato asesorado por el Fulano, sabía lo que ellos querían y se negaron cortésmente.
La campaña política estaba al rojo vivo el Candidato era una de las mejores opciones de los vecinos, pero no la única. Faltaba algo. ¿Pero qué? Y entonces se vieron con el primer gran problema, aquél que le podría truncar el sueño de ser el gobernador del pueblo: La plata. ¿Con qué plata se haría la propaganda que él necesitaba? Pues bien, es allí, donde el Candidato y el Fulano, se dieron cuenta que necesitarían que alguien apostara por ellos. ¿La empresa privada?  “No, ellos no sueltan la plata así no más, somos independientes, con ganas de trabajar pero misios. Necesitamos de una organización que nos garantice”. Esto, les costaría llevar el nombre de un partido político y ya no el de un grupo independiente.
Está de más decir que esta decisión no le agradó mucho a quienes los seguían,  ¿pero qué importa perder decenas de votos cuando se gana cientos con la alianza de un partido político de renombre?
Se dio así pues, el candidato del pueblo se convirtió en el candidato de un partido. Muchos continuaron siguiéndolo porque estaban convencidos de la buena voluntad del candidato y de fulano, de su plan de trabajo y la visión que tenía para con su gente. El Fulano estaba contento porque sabía que ganarían.
Llegaron las elecciones y pasó lo que estaba pronosticado. El nuevo candidato se convirtió en el nuevo gobernador.
Para entonces ya se oía entre la gente decir que el candidato era un vendido y que más le valía hacer las cosas como debía. Así hablaban quienes dejaron de seguirlo cuando se unió a un partido político tradicional.
Ya en el poder, el nuevo Gobernador no había encontrado las cosas como creyó, el gobierno anterior prácticamente desapareció todos los documentos posibles y le dejó trabas en el camino con la intención de que su gobierno fracase y tengan la oportunidad de ser reelegidos cuatro años después.
El partido político empezó a cobrar su inversión desde entonces. Un día aparecieron con tres personas diciéndole al gobernador:
-Estas personas son de confianza y de mucha experiencia. Él será tu asesor, él el encargado de fiscalización y él manejará las relaciones públicas –impusieron.
El nuevo gobernador quiso oponerse pues tenía en mente a Fulano para su asesor, como siempre fue. Pero el periodo que duró la campaña les había dado tiempo a los corruptos  para investigar l nuevo gobernador minuciosamente y al no encontrarle nada que podrían usar en su contra, investigaron a su padre que cuando fue un hombre de milicia, tuvo que escapar de la selva para salvar su vida “diremos que tu padre es un traidor de la patria”. Atados de manos y pies, aceptó
Fulano no estaba contento con la decisión, pero desconocía la razón de ésta.
Poco a poco, separaron a aquellos vecinos que habían trabajado con él durante la campaña, y el partido político imponía cada vez con más fuerza a su propia gente. Para ello, empleaba discursos tan bien sustentados que el Gobernador terminó por creer que el Partido Político tenía la verdad absoluta siempre.
El Fulano fue desplazado poco a poco hasta verse fuera del gobierno. Entonces, cuando hubo de pasarle a él propiamente, decidió revelarse.
-¡Revocatoria! –gritaba por todas partes de la ciudad, seguido por aquellos que también fueron apartados del gobierno.
Aludían que el nuevo gobernador era manipulado por los intereses del partido y que ha dejado de ser del pueblo.
-¡Revocatoria! –se escuchaba por todas partes como un eco que llegaba hasta el cerro más alto donde los más pobres que se sentían abandonados plasmaban sus firmas en un documento.
-¡Revocatoria! –continuaban diciendo los activistas sociales, vasos de leche, comedores populares y organizaciones juveniles quienes recibían poco o nada del presupuesto del gobierno.
-¿Revocatoria? – se preguntaba el nuevo gobernador, mientras observaba por su ventana a las personas que habían caminado junto a él durante la campaña política y que hoy estaban en su contra.
-“Revocatoria” –le decían los del partido con una sonrisa entre dientes- hagamos algunas áreas deportivas, unas cuantas pistas y veredas y listo, se olvidan de la revocatoria.
Le aconsejaban al nuevo gobernador, que había caído en el eterno círculo del poder, de los intereses propios y que acababa de darse cuenta que esta realidad, es la de siempre ¿podría cambiarla él acaso?