Lejos, castigas mi orgullo
acostumbrado a la vanidad.
Recuerdo tu poderoso beso tímido
sobre mis labios ansiosos de amor,
una caricia suave de tus manos bruscas,
y la gratitud de tu sinceridad hiriente.
Extrañaré tus desplantes
y quizás el hacerte el amor,
pero tú, vida mía
alguna noche no siempre fría
te preguntarás…
¿Por qué extrañas a la dama,
a quien jamás supiste hacer mujer?
lunes, 9 de enero de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)