Kasandra es el seudónimo que Karin Silva Noriega suele utilizar para firmar toda su creación. Este blog significa para ella la katarsis de su alma, de su filosofía y de las cosas que ella considera "sin importancia". ¡Qué la disfruten!

jueves, 9 de agosto de 2012

Ya comprendí


Tardé mucho tiempo en entender que cuando mi papá me decía “¡¡¿dónde mierda estuviste?!!” lo hacía porque pasó toda la noche desvelado esperándome, en lugar de descansar para retornar a su trabajo de amanecidas y todos los peligros que demandan ser policía.

Pasó mucho tiempo para comprender que cuando  mamá gritaba por perder un lápiz o un borrador y me reprendía diciendo “¿por qué no cuidas tus cosas, crees que a mí me regalan la plata?” y acompañaba su regaño de algún jalón de orejas, no era porque era una bruja, una mala madre o una tacaña, sino porque el ganarse hasta 10 céntimos en esta vida es duro, porque un lápiz podo haber significado 5 panes en el desayuno, panes que seguramente hacía falta para aquellas veces que no teníamos qué comer.

Tardé en comprender también que cuándo papá me preguntaba ¿quién es ese muchachito que viene tan seguido a buscarte y que te llama tanto? No fue porque era un metiche de “m” o un “incompresible” sino porque se le hacía difícil creer lo rápido que crecen los hijos y seguramente le embargó la nostalgia el no poder darnos más besos esquimales y celos porque quizás me atrevía dárselos a un hombre extraño al que yo le daba mucha importancia pese a que recién acaba de conocer.

Entiendo por fin que mi hermana, aquella que rompió todas mis muñecas, aquella niña rebelde, que no le gustaba jamás ponerse vestidos sino ponerse un short y sacarse el polo para andar como hombre, aquella que siempre me ridiculizaba ante mis amigos contando intimidades, hizo todo lo que hizo no por ser antipática, ni por tenerme cólera, sino porque es parte crecer, de la convivencia y del ser hermanas.

Recién puedo deducir que todo aquello que hacía a escondidas de mis papás, como encontrarme con un chico con la escusa de “ir a comprar a la esquina” no es porque mi hermano menor fue un “soplón”, sino que era muy fácil de sobornar.

Hoy puedo comprender que si Dios me diese la oportunidad de retroceder el tiempo y elegir mi familia, los volvería a elegir a todos,  para que papá me reprenda por llegar tarde, para  que mamá me regañe por no ordenar mi cuarto, para que mi hermana me pida  ayuda para que la dejen ir a una fiesta, para que mi hermano entre y nos soborne por 10 soles o le diría la verdad a mamá y papá. 

Ya comprendí.

No hay comentarios: